El Capitolio
A pesar de ser la más baja y la menor de las siete colinas que circundaban Roma (Aventino, Capitolio, Celio, Esquilino, Palatino, Quirinal, Viminal), la colina del Capitolio es, probablemente, la que esté más relacionada con las vicisitudes históricas de la ciudad, ya que desde la antigüedad fue el eje central de la actividad política y religiosa de Roma.
Hoy en día, la plaza ideada por Miguel Ángel, a la que se accede subiendo por una espléndida escalinata llamada “Cordonata” alberga, además del Palacio de los Senadores (sede del Ayuntamiento de Roma y de su Alcalde), otros dos edificios gemelos (el Palacio de los Conservadores y el Palacio Nuevo), sede de los espléndidos Museos Capitolinos,.
Dos curiosas leyendas están relacionadas con esta colina: La Roca Tarpea y Las Ocas del Capitolio.
La leyenda narra que en la época de la fundación de Roma, la colina fue conquistada por los “Sabinos” gracias a la traición de la romana Tarpea, quien habría abierto las puertas de acceso a la ciudad a cambio de los anillos y los brazaletes de oro que “llevaban en sus brazos” los enemigos. Tarpea no fue afortunada y fue traicionada, a su vez, por los mismos Sabinos quienes, una vez dentro de la ciudad, le echaron encima no ya las joyas que llevaban en sus brazos, sino sus escudos, con los que la golpearon y bajo los que la enterraron, matándola. Esta es la leyenda, aunque en realidad es muy probable que Tarpea fuese la divinidad protectora de la colina más antigua del Capitolio, el llamado Mons Tarpeium, sobre el que parece que estuviera situada la estatua de dicha diosa, colocada como un trofeo sobre un cúmulo de armas. Durante la antigüedad, el Mons Tarpeium se convirtió en un lugar maldito: desde él se arrojaban al vacío a los traidores y de ahí su nombre de Roca Tarpea.
Pero el episodio más famoso ocurrido en el Capitolio es, sin lugar a dudas, el acaecido durante la invasión del 18 de julio del año 390 a.C., cuando los Romanos fueron derrotados por los Galos en la batalla del Río Allia. El enemigo continuó su avanzada durante los tres días siguientes, hasta que los Galos llegaron a Roma y la saquearon, con excepción del Capitolio que se salvó del saqueo y resistió durante algunos meses. Según la leyenda, el ataque nocturno de los Galos se vio frustrado porque las ocas capitolinas encerradas en el recinto sagrado de Juno empezaron a graznar, descubriéndoles: así pues, el Capitolio…¡se salvó gracias a sus ocas! Para recordar este episodio, en los años 353-344 a.C. se erigió el Templo de Juno Moneda (moneda o amonestadora). Junto al templo de Juno tuvo su sede la primera Casa de la Moneda, cuyo nombre “officina moneta”, proviene precisamente del nombre del templo y del que deriva precisamente el nombre moderno de “moneda”.